Ana Velarde (Distrito Federal, 1991)
Poeta mexicana nacida en octubre de 1991. Ferviente admiradora de Octavio Paz y San Juan de la Cruz. Participó en el taller de poesía impartido por Javier Sicilia en el Centro Morelense de las Artes y actualmente estudia la licenciatura en Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Algunos de sus poemas aparecen en la antología Breve memoria de un instante publicada por Moria y Ediciones Simiente. La luz cuando amanece es su primer libro.
De La luz cuando amanece
Lluviosa omnipotencia,
deshójate en mi vientre
porque habrá de albergar,
el día de la gloria,
su ardorosa semilla,
porque habré de ser nido,
jacaranda,
deshójate en mi pubis,
porque habré de ser suya hasta el fin de los tiempos.
Que se abran todos los frutos de la tierra
ante tu desnudez
y derramen su pulpa y su semilla.
Que se quiebre la noche con tu grito.
Que florezcas en mí —violeta incandescente— todas las primaveras.
Que sangren las heridas,
que duelan para sabernos imperfectos.
Que vuelvas —que siempre vuelvas--
que no termines nunca de incendiarme.
Tengo que desnudarme porque tú resplandeces
Tomás Segovia
Tengo que desprenderme de mi nombre
y ofrendarte el ardor que anega mi alma
porque tú eres el pan,
la miel,
la salvación del mundo,
y a tu paso la tierra se hace fértil;
tengo que abrirme
para incendiar la noche de victorias,
tengo que descender a mis orígenes
—a los primeros días del mundo--
para saciar tu resplandor,
porque tienes costumbre de milagro
y solamente soy
porque tú me has nombrado.
Lluviosa omnipotencia,
deshójate en mi vientre
porque habrá de albergar,
el día de la gloria,
su ardorosa semilla,
porque habré de ser nido,
jacaranda,
deshójate en mi pubis,
porque habré de ser suya hasta el fin de los tiempos.
Que se abran todos los frutos de la tierra
ante tu desnudez
y derramen su pulpa y su semilla.
Que se quiebre la noche con tu grito.
Que florezcas en mí —violeta incandescente— todas las primaveras.
Que sangren las heridas,
que duelan para sabernos imperfectos.
Que vuelvas —que siempre vuelvas--
que no termines nunca de incendiarme.
Tengo que desnudarme porque tú resplandeces
Tomás Segovia
Tengo que desprenderme de mi nombre
y ofrendarte el ardor que anega mi alma
porque tú eres el pan,
la miel,
la salvación del mundo,
y a tu paso la tierra se hace fértil;
tengo que abrirme
para incendiar la noche de victorias,
tengo que descender a mis orígenes
—a los primeros días del mundo--
para saciar tu resplandor,
porque tienes costumbre de milagro
y solamente soy
porque tú me has nombrado.