Nadia Escalante (Yucatán, 1982)
Nació en Mérida, Yucatán, en 1982. Estudió la licenciatura en Lengua y Literatura Hispánicas en la Universidad Veracruzana y ha sido profesora de Filosofía, Lectura y Redacción y Etimologías Grecolatinas a nivel medio superior. Tuvo la beca de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de Poesía en dos ocasiones 2008-2009 y 2009-2010 y actualmente es becaria del FONCA también en la categoría de Poesía. Adentro no se abre el Silencio, publicado por el Fondo Editorial Tierra Adentro, en su colección La Ceibita, es su primer libro.
Este lugar me parece conocido
Me acuestan en una cama que rechina, el suero tiembla en la bolsa de plástico. Huyen los cangrejos diminutos, ya viene. Aquí está. El mar se filtra en el catéter, las algas se enmarañan en mis venas, se enredan los pequeños peces: mi brazo derecho se traga el océano, las amputadas olas, la pus de la espuma, las úlceras submarinas, los desgarros sinoviales del coral: que bajara yo en mi submarino de los cuentos infantiles al fondo del mar. Respirar es otra cosa, la rana de mi pecho se asfixia porque esta no es su charca. Me salen branquias como las rápidas bocas de las merluzas. Yo no estoy adentro, es el mar que se revuelve con tristeza en mis riñones, es mi pecho que absorbe el agua entumida de mis piernas, es el mar que atraviesa mi cuerpo como una lanza espesa y fría. El tubo de plástico desemboca en mí, agita las simas del océano.
Este lugar no me parece conocido
Desciendo a las profundidades de mis pulmones
emerjo de las profundidades de mis pulmones
todo es una vuelta corriente sanguínea
el corazón se encoge de sal
el corazón se ensancha de sal
mi pie izquierdo recoge sus latidos
mi planta derecha lo cubre para que no tiemble
para que no se caiga
debajo de las sábanas sal endurecida
cierro los ojos no cierro los ojos
el mar me cubre para que no tiemble
el mar me cubre para que no me caiga
abro la boca
el mar desborda mis cavidades craneanas
cierro la boca
no queda quieto el mar
me cubre para que no me caiga
cubro al mar para que no se caiga
Me acuestan en una cama que rechina, el suero tiembla en la bolsa de plástico. Huyen los cangrejos diminutos, ya viene. Aquí está. El mar se filtra en el catéter, las algas se enmarañan en mis venas, se enredan los pequeños peces: mi brazo derecho se traga el océano, las amputadas olas, la pus de la espuma, las úlceras submarinas, los desgarros sinoviales del coral: que bajara yo en mi submarino de los cuentos infantiles al fondo del mar. Respirar es otra cosa, la rana de mi pecho se asfixia porque esta no es su charca. Me salen branquias como las rápidas bocas de las merluzas. Yo no estoy adentro, es el mar que se revuelve con tristeza en mis riñones, es mi pecho que absorbe el agua entumida de mis piernas, es el mar que atraviesa mi cuerpo como una lanza espesa y fría. El tubo de plástico desemboca en mí, agita las simas del océano.
Este lugar no me parece conocido
Desciendo a las profundidades de mis pulmones
emerjo de las profundidades de mis pulmones
todo es una vuelta corriente sanguínea
el corazón se encoge de sal
el corazón se ensancha de sal
mi pie izquierdo recoge sus latidos
mi planta derecha lo cubre para que no tiemble
para que no se caiga
debajo de las sábanas sal endurecida
cierro los ojos no cierro los ojos
el mar me cubre para que no tiemble
el mar me cubre para que no me caiga
abro la boca
el mar desborda mis cavidades craneanas
cierro la boca
no queda quieto el mar
me cubre para que no me caiga
cubro al mar para que no se caiga